El Castillo del Diablo, situado en el kilómetro 60 de la carretera libre Ensenada-Tijuana, en el municipio de Playas de Rosarito, Baja California, es un enigma arquitectónico que ha capturado la imaginación de locales y turistas por igual. A primera vista, el nombre sugiere una atracción macabra, pero al adentrarse en este peculiar edificio, la realidad es mucho más intrigante y personal.
Contrario a la creencia popular, la figura principal en la entrada del castillo no es un diablo temible, sino una representación de Tony Wells, el estadounidense naturalizado mexicano que es el orgulloso propietario. A su izquierda, una figura de Vlad Tepes, conocido como Drácula, y a la derecha, una reina, evocan un aura de misticismo y protección familiar, reflejando la influencia de su pareja, Britney Stevenson.
El interior del castillo es un laberinto de detalles góticos y curiosos tesoros, desde armaduras hasta muñecas antiguas. Cada rincón cuenta una historia, reflejando no solo la fascinación de Wells por lo extraño, sino también el amor y el estilo de su pareja.
Lo que hace del Castillo del Diablo un lugar aún más fascinante es la historia detrás de su construcción. Tony Wells, apasionado por la arquitectura medieval y la historia oscura, dedicó años a construir y decorar este castillo como un tributo a sus intereses y a su familia. Cada detalle, desde las estatuas hasta los vitrales, tiene una narrativa que se entrelaza con la vida personal de Wells, ofreciendo una experiencia única a quienes se aventuran a conocer este lugar singular. La combinación de lo gótico con lo personal convierte al castillo en una cápsula del tiempo que revela la personalidad de su creador y el amor que le pone a su creación.